jueves, 25 de mayo de 2017

¿Por qué somos malos y engañamos? Nuestro cerebro tiene la culpa

Las acciones que muchos hemos cometido como copiar en un examen, hacer trampas en un juego, mentir por llegar tarde a una cita… Al principio este tipo de actos nos cuesta llevarlos a cabo ya que nuestro sentido de moralidad hace que después de cometerlos nos sintamos mal. Sin embargo con el tiempo superamos el sentimiento de culpa inicial y sucumbimos a la tentación de volver a engañar. La desagradable sensación que causa la falta de honestidad se atenúa con el tiempo hasta que ya no le prestamos atención.


El hecho de que la segunda mentira duela menos que la primera y más que la tercera tiene una explicación neurocientífica. La amígdala (estructura cerebral que controla las emociones) no tiene una actividad constante. Al mentir y engañar, la amígdala genera una respuesta emocional negativa que nos frena, pero a medida que volvemos a caer en la tentación de no ser honestos la reacción de la amígdala se atenúa. Este proceso hace que nuestras neuronas (las cuales hacían que nuestro corazón latiese más rápido, que nos sudasen las manos…) se adapten al engaño.



La situación empeora si eres rico o poderoso, ya que cuanto mayor es el estatus de una persona, es más propenso a mentir, engañar, robar. Sobre todo si es en su propio beneficio. Por el contrario es más probable que un individuo de bajo estatus se salte los códigos morales para beneficiar a otra persona.

http://www.elmundo.es/papel/todologia/2017/05/22/5922be9c268e3e5a3b8b4632.html 

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