domingo, 23 de octubre de 2016

Los animales y el suicidio

LOS ANIMALES Y EL SUICIDIO


“El perro se tiró al agua del Támesis y se esforzaba en hundirse manteniendo inmóviles sus patas”.


En el año 1965, la investigadora en comportamiento animal Margaret Howe Lovatt, enseñó varias palabras en inglés al delfín Peter. Tras perder los fondos para su investigación, Peter fue trasladado a un minúsculo tanque donde apenas podía moverse y al poco tiempo se deprimió. Lovatt asegura que un día se suicidó negándose a respirar. La BBC exploró esta posibilidad en el documental llamado " La mujer que hablaba a los delfines".

Poco después aconteció un caso similar. En los años setenta, el entrenador de delfines Ric O'Barry, confesó que la delfín que él entrenaba, llamada Kathy, un día sin saber por qué saltó a sus brazos y mirándole a los ojos, paró voluntariamente de respirar para después desaparecer en el fondo de la piscina que había sido su prisión, dejando así de existir para siempre. 
Pero, ¿realmente se suicidan los animales? y ¿pueden llegar a un grado de desesperación como para hacerse daño a sí mismos? La respuesta no es  sencilla pero hay indicios de que podría ser cierto. 
Los cétaceos pueden ser animales en los que se aplique esta hipótesis, dado que que su respiración se trata de un movimiento voluntario al contrario de la nuestra. Ellos necesitan intervenir totalmente en el acto de tomar oxígeno y posteriormente expulsarlo, para poder bucear o dormir en el agua, es decir, pueden dejar de respirar adrede.
Asimismo, los delfines, tienen capacidades muy desarrolladas y sus emociones son muy fuertes, además de listos y sensibles; éstas características los vuelven un buen ejemplo para ansiar desaparecer.
Éste tema en delfines lo presentó por primera vez Plinio, en su obra Naturalis Historiae, en el cual narra la historia del suicidio de un delfín que dejó de respirar tras ver a su amigo morir.

Estas “anécdotas” no solo se han dado en delfines. También se ha dado a conocer el curioso caso de un perro al que se había visto desanimado y con indicios de querer morir durante días. Los testigos afirmaron lo siguiente: “El perro se tiró al agua del Támesis y se esforzaba en hundirse manteniendo inmóviles sus patas”.

En la gran parte de las especies es usual la muerte por tristeza cuando un ser querido desaparece. Constan casos de gorilas, chimpancés, elefantes y aves, los cuales tras la pérdida de sus parejas o amigos de zoológico, pierden aparentemente las ganas de vivir y se niegan a comer pese a estar sanos, lo que les lleva a morir.
Los síntomas previos a un suicidio, son idénticos para algunos animales y  humanos: ansiedad, pánico y aislamiento.
Todavía queda mucho por conocer, no obstante no debemos suprimir la idea de que para ciertos animales, obligarles a vivir en explícitas circunstancias, causan en ellos formas de actuar que nos recuerdan al suicidio humano.

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