Esta tinta, llamada Flink, la ha fabricado un equipo de ingenieros en Zúrich, mezclando la tinta que se emplea para las impresoras 3D (el material es un hidrogel que permite la supervivencia de las bacterias) con microorganismos, creando así, al imprimir, dos materiales vivos capaces de degradar los contaminantes y crear celulosa bacteriana, la cual tiene aplicaciones en medicina, como por ejemplo sustituto de la piel en una herida.
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