En 1997, Campell, Wilmut y otros compañeros trajeron al mundo a la oveja Dolly, un
clon que provenía de una
célula glandular mamaria de otra oveja que ya no estaba viva, una Finn Dorset
de seis años de edad.
Algunos científicos pensaban que era imposible, sin embargo, continuaron las clonaciones de distintos animales, por lo que a principios de 2000, se pudo confirmar que Dolly era real y la
clonación de mamíferos adultos era posible.
Sin embargo, se pasó por alto de la edad del animal del que había nacido, por lo que los investigadores llevan 20 años tratando de descubrir los misterios
del envejecimiento de los clones.
De aquí surgió un problema: ¿qué edad
tienen estos animales nacidos de células de otros animales adultos?
Dolly murió con seis años y medio, una muerte prematura
para su raza. Entonces, se supuso que la edad biológica de los clones y su edad
cronológica no estaban sincronizadas y, por tanto, los "animales clonados
morían jóvenes".
Esta idea se cayó al ver que otras "Dolly" clonadas, eran más mayores que Dolly cuando esta murió, y tenían un aspecto estupendo.
Lo que ahora nos dicen las nuevas "Dolly" es que, si tomamos una célula de un
animal de cualquier edad e introducimos su núcleo en un óvulo maduro no
fertilizado, obtenemos un individuo que nace con una esperanza de vida completamente
renovada.
En conclusión, parece existir un mecanismo natural incorporado a los óvulos que es capaz de
rejuvenecer una célula.
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