martes, 27 de febrero de 2018

¿Comida natural?

El reciente caso de listeriosis, en el país vasco, originado por el consumo de queso fresco mal fabricado, ha puesto el foco de atención sobre la seguridad alimentaria, los patógenos transmitidos por alimentos y el papel esencial que jugamos los humanos en la transmisión de patógenos de origen animal.
En la seguridad alimentaria, las personas también influimos, con la falta de higiene que produce una contaminación del alimento y una aplicación de la tecnología incorrecta. Pero no solo la hemos empeorado, sino que también hemos desarrollado procesos y procedimientos que minimizan o eliminan riesgos asociados al consumo de ciertos alimentos. Estos últimos no reciben su merecido reconocimiento merece bajo el dictado de ciertas tendencias devotas de lo considerado fresco, natural, sostenible.
En estos últimos años se ha popularizado el cuestionar pilares fundamentales sobre los que se ha asentado la calidad y esperanza de vida. Por eso asistimos preocupados a la implantación creciente de ciertas modas  que pueden poner en peligro la seguridad alimentaria. Ya que hay métodos aseguran la excelente calidad microbiológica de un alimento, con unos mínimos cambios organolépticos, como por ejemplo la ya conocida pasteurización, y otros menos conocidos como el calor, la irradiación, la acidificación, las altas presiones…
Europa es un líder mundial en el control sanitario de alimentos en toda la cadena de producción, implicando en la tarea a todos los actores. También hay que tener en cuenta que actualmente la producción de los alimentos está centralizada, por lo tanto un problema se distribuye por consumidores dispersos y remotos.
El escenario al que nos enfrentamos a la hora de luchar por obtener alimentos sanos y seguros es cada vez más complicado. Dado que los virus, bacterias y parásitos, existen decenas de patógenos de transmisión alimentaria. Además, se describen nuevos patógenos alimentarios con cierta frecuencia, y también nuevos alimentos se suman a las listas de los implicados en brotes de enfermedad, así como algunas nuevas formas de preparación.
No solo los nuevos alimentos y las producciones influyen en la presencia o desarrollo de patógenos en el alimento, si no que la preparación y el consumo es la principal causa. El cocinado de los alimentos a bajas temperaturas o en el microondas no garantizan en la misma medida que se alcancen las temperaturas necesarias para asegurar la eliminación de patógenos viables. Crece el consumo en crudo o levemente marinado de carne y pescado, como algunos precocinados, pueden crear condiciones de actividad de agua o pH válidos para la multiplicación o la supervivencia de patógenos.
Estas modas de lo poco hecho, lo orgánico, lo natural, o algunas técnicas culinarias, de vista sanitario, algunas prácticas constituyen un riesgo que, por lo menos, debe ser conocido y que, además, puede ser reducido y casi eliminado.


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