El 10 de octubre de 2011 un
volcán submarino erupcionó en el Mar de Las Calmas, Canarias, y generó una
enorme salida de gases que se pudieron ver desde la superficie, en forma de
mancha verde.
La erupción afectó al fondo marino, permitió el nacimiento de un
nuevo volcán llamado Tagoro y tuvo un gran poder destructivo en los
alrededores.
En la zona se
acumularon importantes cantidades de gases tóxicos para la mayoría de los organismos.
En octubre de 2014, un vehículo (ROV) bajó al fondo para examinar las
consecuencias de la erupción. Los investigadores encontraron unos
filamentos que cubrían una amplia zona, llamados «cabellos de Venus».
Después de analizarlos en profundidad, descubrieron una nueva especie de
bacteria, llamada Thiolava veneris, y todo un ecosistema basado en esta bacteria.
La nueva bacteria, es muy similar pero no solo aprovecha el sulfuro de hidrógeno, sino que también puede usar la materia orgánica, el nitrato y el oxígeno; además alimenta animales.
Muchas preguntas aún no pueden ser contestadas, pero parece ser que después de una destrucción del fondo del mar, la vida es capaz de abrirse camino rápidamente.
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