Posteriormente, en 2004 se
encontraron en el Ártico unas momias de las que se extrajo el virus de la
viruela de hace unos 200 años, que se consiguieron revivir.
Ya desde el pasado siglo se
llevan buscando virus pandémicos de enfermedades erradicadas de nuestra
sociedad en los cadáveres de seres humanos que las contrajeron. En 1950 el
científico sueco Johan Hultin tuvo la brillante idea de buscar el virus de la
gripe española en los cadáveres de una tribu de esquimales en Alaska.
Desafortunadamente no consiguió despertarlo.
En 1997, el doctor Jeffrey K.
Taubenberger obtuvo el ADN de unos soldados muertos de la Primera Guerra Mundial,
pero no consiguió obtener el virus que les causó la muerte. Johan Hultin quiso
colaborar con el doctor Taubenberger, volviendo a Alaska para recoger muestras y
de esta manera se pudo revivir el virus y realizar la reconstrucción del virus.
A partir de las investigaciones
del deshielo de cadáveres se han encontrado montones y montones de virus de
distintos tipos desconocidos para nosotros que los científicos están estudiando
y guardando en las condiciones de aislamiento adecuadas.
Estos días se está hablando mucho
del calentamiento global, los mandatarios de todo el mundo están intentando
llegar a un acuerdo en París para que la temperatura del planeta no aumente. Si
atendemos a estas investigaciones, con el deshielo por el calentamiento, se
cree que podría reaparecer algún virus pandémico desaparecido que sería un gran
problema para la humanidad, y este fenómeno espontáneo podría darse en
cualquier momento.
Si tenemos en cuenta la
recuperación de virus no activos que se ha llevado a cabo por los científicos y
los que se almacenan congelados en los Centros de Prevención de Enfermedades,
para la investigación, existe la posibilidad de que hubiese un bioerror o el llamado
bioterrorismo que acabase desatando una gran pandemia.
A pesar de la vigilancia de las
muestras y de que la OMS controla los laboratorios de este tipo, podrían ser
utilizados por el terrorismo y acabar con gran parte de la población mundial,
creando especímenes sintéticos de virus mortíferos contra los que la población
ya no se vacuna porque han sido erradicados.
Por Pablo Pérez Lázaro
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